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jueves, 21 de abril de 2011

JUAY DE (fuck de) RITO!!???


Bien, todos lo estaban esperando. En la encuesta que encontraras del lado superior derecho, el único voto está a favor de leer más entradas de cine, así que aquí les traigo por fin mi crítica oficial de la película de Anthony Hopkins protagonizada por López Doriga. Así es amigos míos, es hora de sacar los crucifijos y rezar, porque llega el último grito en la moda exorcista. No olviden hacer clik en todos los hipervínculos (azules y subrayados), para poder disfrutar la crítica al máximo.

Nota: Si tienes ganas de verla, mejor ni leas el artículo, pues te cuento TODA, para que no la tengas que sufrir, quedas advertido.

JUAY DE RITO! (enserio, ¿¿¿juay???)

Después de mucho tiempo de pensar si debía o no ver esa película que estuvo en boca de todo twitter, al fin me decidí. Y es que una cinta que tiene intrigado al mismísimo Hitler no podía faltar en mi lista de primavera. Quisiera decir "fui al cine y compré una entrada", pero no. Sólo me acomodé a verla en mi computadora, que ha sido mi fiel compañera de vacaciones.
Pulsé "Play" y una escena con un cadáver te introduce a la historia. En este momento sólo puedes pensar, o es una genialidad de terror sutil, o es un asco. Y efectivamente, es un asco, pero falta ver por qué.
A medida que avanza la película, que no la historia, nos enfrentamos cara a cara con casi dos horas de cinta TOTALMENTE CARENTES DE RITMO. Podría decir que es una peli de terror palomero, de esas que tanto nos gustan y llenan las salas. Pero es que no lo es, sino que busca ser una especie de drama sobre un exorcista y su pérdida de fé, vaya, cosas que nos importan un comino.
Pero vayamos más tranquilos, por partes.
Todo empieza cuando un chavo (de esos adolescentes octogenarios que tanto le gustan a Hollywood) que trabaja en la funeraria de su papá decide que es hora de estudiar. Cómo a su ambicioso señor padre eso no le gustaría nada, el protagonista suelta una frase como "En mi familia todos son sacerdotes o trabajadores de funeraria". Bueno, pero que argumento TAN IMBÉCIL, ¡es un vil pretexto estupido para poder hacer la película!
Total que el jovenzuelo decide que es una buena idea estudiar el sacerdocio, total que es gratis. Entonces, nuestro valiente y carente de fé protagonista se mete a un convento. Bueno, como no tengo ni idea de términos religiosos, le llamaré así. En el convento, el protagonista (ya debieron darse cuenta que no se ni me importa su nombre) se enfrenta a la pérdida de fé, de tal manera que ENVÍA POR EMAIL SU CARTA DE RENUNCIA, pero eso no es lo más ridículo. Lo manda a una dirección que en español vendría siendo "padresuperior@hotmail.com" o una babosada por el estilo. Aparentemente el padre es un Don con mucho estilo, demasiado "cool" como para recibir a sus estudiantes personalmente. Solo le faltaba moverse por el colegio en patineta carajo...en fin, que el reverendo (no sé la diferencia entre padre, reverendo, sacerdote, me tiene sin cuidado) lo busca para decirle que con su sexto sentido (ok, no dice eso, pero queda implícito) ha visto que es un joven con habilidad para los exorcismos. Así sin más. ¿Quién necesita una historia bien planeada cuándo tienes al padre en onda? Acto seguido, le ofrece una beca en el Vaticano. Carajo, ¡si así de fácil es recibir una beca, yo me apunto a la escuela católica mañana mismo! Pero como una MALDITA BECA TODO PAGADO PARA IRTE AL VATICANO no es suficiente para el protagonista, el padre chido le chantajea diciendo que si no va al curso de exorcismos, le cobrarán su estancia en el convento. Claro, el dinero no crece en árboles, así que al pobre muchacho no le queda más que tomar sus cosas e irse a vivir la dolce vita. Pobrecillo de él.
Una vez en la República del Vaticano (jajajaja) comienza sus cursos. Pero llega tarde, lo cual irónicamente hace que el profesor le agarre simpatía. Si así es en el Vaticano, la proxima vez que llegues tarde a clases y recibas un regaño de tu maestro, ponle a ver El Rito.
Como es de esperar, el alumno y el profesor sostendrán una conversación sobre los chantajes en los exorcismos y las enfermedades mentales. Y como en El Rito todo es raro, esto hace que el profesor (es que en serio no se como llamarle a un cura que enseña cursos de exorcismos) le tome AUN más cariño, y lo mande a ver a un amigo suyo, que es especialista en la rama.
¡ASI ES AMIGOS! ¡Al fin y después de media hora de película aparece el hombre del cartel! No, no el Teacher. Anthony Hopkins con unos kilitos de más, extra calvo y canoso. Uno imaginaría que a partir de ahora la película toma un nuevo rumbo, mucho más vertiginoso, lleno de suspenso, intrigas, exorcismos increibles. Pero no. Simplemente es más de lo mismo, pero con el buen Hop.
Ahora, sí hay escenas de supuesto terror, pero la verdad debes ser fácilmente impresionable para llevarte un susto con ellas. Hopkins (ya, está bien, no me aprendí el nombre de nadie de la peli) está llevando el caso de una embarazada con un demonio dentro (literalmente). Al joven estudiante le advierten que los métodos del avejentado tutor no son ortodoxos, y en efecto, no lo son. Incluyen gritar y encarar al demonio para saber su nombre, ya que los demonios se vuelven vulnerables cuando se conoce dicha información.
Después de un par de sesiones, la paciente escupe clavos, así de bizarro. Aparentemente ya está curada del demonio. Paralelo a ello, los exorcistas realizan una visita a un niño misteriosamente parecido a Demian de la Profecía (The Omen). El niño susurra algo a su mamá, quien le responde gritando (atentos) "NADIE MÁS VA A MORIR". ¡Pero que discreta señora! ¡De verdad! Es como ver un comercial en que alguien le susurra a otro "tengo hemorroides" para que luego el amigo grite "¡¿QUE TIENES HEMORROIDES!?". Así no podemos tomarla en serio, pero bueno, dejemos de lado el detalle, porque lo que sigue es igual de estúpido. Anthony Hopkins TOMA LA ALMOHADA DEL NIÑO y cual mago de una fiesta mala aparece UNA RANA. Pero que miedo, pudo ser una serpiente venenosa y mortal. Pudo ser un alacrán. Pero no, es una mortal rana, que simula ser el diablo. Demian región 4 rebela que en sus sueños ve un burro de ojos rojos (wtf?).
Luego, la embarazada antes mencionada acaba en el hospital, la van a ver y todo bien, pero a mitad de la noche le baja la regla..digo, la posee de nuevo el diablo y muere de sangrado vaginal (lo juro). Anthony está destrozado y queda inmunodeprimido, dejando la puerta abierta a que sea la próxima víctima. Pero por si esto no fuera suficientemente obvio, el siguiente diálogo lo avala:
Aprendiz: Y entonces, ¿que pasará cpn el demonio?
Hop: Probablemente busque un nuevo cuerpo que habitar.
Vaya, me pregunto que pasará después. En fin, haciendo gala de originalidad, Juay de Rito avanza como podríamos esperar: al Jedi católico se le mete el chamuco. Y su joven Padawan lo salva. Diablos, las películas se escriben solas. En fin, crucifijo en mano, el estudiante llega a exorcisar al maestro. Y si ya viste la película te estarás preguntando, ¿dónde quedó el personaje femenino? Bueno, aquí está tu respuesta: NO HACE NADA EN TODA LA PELÍCULA. Es un personaje totalmente innecesario, que bien podría no existir, y aunque Alice Braga (jajajajaja) no lo hace del todo mal, su historia es prácticamente intrascendente. Pero bueno, hay una chica que lo acompaña.
Al final, como es lógico, logran que el demonio revele su nombre y Anthony Hopkins vuelve a ser el hombre de edad media-avanzada que todos conocemos y queremos desde aquella antológica entrevista. Y fin, el sacerdote recupera su fé y todos felices y católicos para siempre.
Quizá incluso mi reseña suene más interesante de lo que realmente es, pero toma en cuenta su excesiva duración, e intenta estirar los hechos de tal manera que se adapten a esta. Este es el principal problema de El Rito: sus escenas de emoción son pocas y mal acomodadas, de tal manera que su ritmo es prácticamente nulo. Aunque sus actuaciones no están del todo mal, pueden ser chocantes, especialmente el protagonista, que a mi gusto es un pedante.
Y lo peor es que, aún durando una hora y veinte, seguiría siendo tediosa y pesada. Su guión no da para mucho, no está pulido por completo. La dirección de cámara peca de demasiada elegancia, por lo que no se muestra arriesgada en ningún momento, haciendo imposible que el espectador se introduzca en el suspenso. Su fotografía es bonita a secas, poco más que un correcto. Teniendo como escenario las antiguas calles de Italia, valía buscar mejores tomas.
Las escenas de exorcismos son reiterativas, apoyando aún más el aburrimiento. Tiene subtramas que ni siquiera explico en la crítica porque no aportan nada a la historia (aunque ver al burro de los ojos rojos más que dar miedo da risa, y la llamada del papá desde el infierno es una idea burda y mal abordada). La trama "romántica" con el personaje femenino es irrelevante, ni siquiera al final sirve en lo más mínimo.
En conclusión, es una cinta bastante mala, sin emociones, y que ganó fama en México más por Juay dis film que por su verdadero contenido. No la recomendaría ni para pasar la tarde más gris y aburrida de estas vacaciones de cuatro meses.

CALIFICACIÓN FINAL: 1/5

viernes, 15 de abril de 2011

Las memorias y una despedida momentánea


Dedicado a todos mis amigos, con mucho cariño.

Dar un paso afuera de esa preparatoria significaba algo cotidiano. Pero no esta vez...no. Esta vez, significaba transición, significaba cambio. Y vi entonces los edificios,que pasaran a ser parte de mi vista cotidiana.
Parecía que los corredores estaban vacíos. Pero por un momento, creí vernos a todos, caminando como cualquier otra mañana. Recuerdos. Se movían de un lugar a otro, intranquilos. Moví la cabeza un poco, como si quisiera sacudirme una idea. Pero todo seguía ahí, en el orden en el que estuvo uno, dos y tres años.
Los ladrillos parecían proyectar nuestras imágenes. Ahí estábamos, riendo por aquí, gritando por allá. Caminando cerca y corriendo a lo lejos. Llorando, callando...viviendo. Pero no caían lágrimas de mis ojos, como en otros había visto. En lo absoluto. Sólo observaba, en silencio, como esperando teletransportarme a mis memorias, a los corredores que por muchos días fueran nuestros cómplices.
Estático, contemplé el patio lleno de movimiento: un par de amigos jugando, una pareja besándose, una banca saturada. Y en un instante, nada. Silencio. Calma. Vacío. Me asomé a un aula, y la encontré desértica. Las mesas, sin nadie que escribiera sobre ellas. Las sillas esperando que alguien se sentara. Los pizarrones, ansiosos de escrituras. Pero pasará algún tiempo antes de que eso ocurra, y sólo puedo estar seguro de una cosa: esta vez, no seremos nosotros.
Continuo caminando y un grupo de personas llora y se despide, como si fuera el último día de sus vidas. Pareciera que así lo es, y que todas las proyecciones se quedan atrapadas en los muros de una preparatoria.
De pronto, sin aviso, todas las figuras desaparecen dejando al descubierto un edificio sin alma. Sólo paredes, sólo esquinas. Es entonces cuando me doy cuenta de que todo lo que vi está en mi mente, no en el cascarón que dejamos atrás.
Llega entonces el momento de salir. Pero esta vez no retrocedo la mirada, pues no es necesario. Me llevo todo lo que necesito llevarme: los buenos momentos, los malos; los amigos viejos y nuevos; los juegos y las peleas. No tengo por que dejarlos tras de mi, pues son lo que realmente importa.
Así pues, no debemos estar tristes. Aquí concluyen varios años de nuestras vidas. Pero lo fundamental es que nos quedan nuestros recuerdos, nuestras amistades, nuestro apoyo incondicional. Pasamos de compartir la escuela a compartir la vida. Ahora, fuera de aquella que fuese nuestra casa, es donde encontraremos retos y satisfacciones, y aquí estaremos todos para celebrarlas o lamentarlas. Mientras no perdamos los lazos que nos unen, los años de preparatoria serán para siempre.

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Queridos amigos:

Ahora que terminamos esta etapa, tan bella, tan llena de emociones, nos enfrentaremos a un mundo diferente. Es hora de dejar atrás la adolescencia, y comenzar nuestro camino a la madurez. Mucha gente dirá que a partir de este momento, la vida nos pondrá mil y un retos. Lo que esa gente quizá no diga, es que tendremos mil y un soluciones, y para cada una de ellas contaremos con el apoyo incondicional de toda esa gente que nos alegró los días.
Las despedidas que ahora llenan nuestros oidos no son eternas. Son sólo un hasta pronto. Por mi parte, me queda agradecer a todos y cada uno de ustedes por cada momento que pasamos juntos. Por su apoyo en mis momentos más difíciles, por estar ahí en las buenas y las malas. Tuve tiempos muy difíciles, y ustedes me han ayudado como nunca podrían darse una idea. Espero poder algún día agradecerles lo suficiente.
Por ahora, me despido bajo una promesa: cuando me necesiten, estaré para ustedes. Si puedo ayudar en algo, ni siquiera lo duden.
Muchísimas gracias por estos tres años tan maravillosos. No crean que no quiero decir nombres, el asunto es que ya agradeceré a cada uno como se debe. Y bueno..¡Hasta pronto, Generación 2008-2011!


Fernando Valencia